SEMANA SANTA MARTES SANTO
Evangelio
de San Juan- capítulo 13, del 21 al 23 y del 36 al 38
Cuando dijo estas
palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os
digo que uno de vosotros me entregará.» Los discípulos se miraban unos a otros,
sin saber de quién hablaba.
Dijo Jesús: «Hijos
míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo
mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir,
os digo también ahora a vosotros.
Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,
así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»
Simón Pedro le
dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes
seguirme ahora; me seguirás más tarde.» Pedro le dice: «¿Por qué no puedo
seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.» Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida
por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas
negado tres veces.»
Comentarios.
Ayer, lunes santo,
vimos y contemplamos como una ráfaga de amistad en Betania, con Marta, María y
Lázaro, y Jesús con ellos, gozando, en paz y con alegría, y apostando por los
hombres: "Vosotros seréis mis amigos. si hacéis cuanto os he
mandado". Esa experiencia de la amistad en Betania, le sirvió y le ayudó a
sufrir, padecer y callar en su gran cena pascual y en su oración agónica en el
huerto de los olivos.
Profundamente
conmovido, en medio de esa cena íntima de la Pascua judía, la que él iba hacer
ahora suya, su Pascua, mirándolos a todos, con el brillo de sus ojos,
reflejando la luz de las velas, dijo con voz pausada y amiga: " En medio
de vosotros hay uno que me va a entregar"
Mirad
fijamente, hermanos, contemplad su rostro para mejor sentir y comprender su
drama. El silencio era plomo.
En
medio del amor conyugal surge la infidelidad. En medio del amor familiar, un
hijo, una hija da un portazo y se va... Son síntomas de locura, de inmadurez
del corazón.. Pero en medio de la amistad, lo que surge no es la infidelidad o
la locura, lo que surge es la traición, que es algo... satánico; sí satánico.
No se puede explicar en su profundidad, ni se puede comprender. Es el misterio
de la perdición: "más le valiera no haber nacido", dirá Jesús, de
Judas, cuando salió para venderlo, para traicionarlo.
Jesús
hizo el último intento para que la amistad con Judas no se quebrara. Durante la
cena le dio a Judas, hijo de Simón, el Iscariote, para que nadie pudiera
confundirlo, un trozo de pan, untado en la salsa, signo de distinción, de
reconocimiento, de aprecio, de amistad. Resonaban en el corazón de Judas,
aquellas palabras: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo
que hace su señor. Ahora os digo amigos, porque todo lo que oí de mi Padre, os
lo he dado a conocer" Judas, prefirió ser "siervo". Se hizo
sordo a la invitación, a la amistad.. Tomó el pan con displicencia, y detrás
del pan, entró en él... Satanás. Jesús le dijo, entonces: "lo que has de
hacer, hazlo pronto". y entre labios y silencios, más que palabras,
musitó: "más le valiera no haber nacido". "Mas le valiera no
haber nacido"
Judas
salió y llenó de oscuridad la noche. La muerte y la nueva Pascua han sido
decididas desde que el traidor salió fuera: " Ahora ha sido glorificado ya
el Hijo del Hombre y Dios ha sido glorificado en Él".
La
amistad se rompe por la traición, que es, en primer lugar, arrastrar por el
suelo los sentimientos más íntimos y más nobles. En segundo lugar es ser un
homicida, al prostituir lo que más se ama y se quiere, es decir: matar los
amores. Y en tercer lugar, profanar las ideas y pensamientos más luminosos.
Amor
y traición: los dos contrarios, como tesis y antítesis hegelianas, que definen
a Dios y es la encrucijada de la realización del hombre.
La
vida y la nada. Amor y traición. Este es el dilema de esta cena de amigos: todo
o nada. Y nos resuena Juan de la Cruz con sus "nadas" para llegar al
Todo: "para venir a gustarlo todo, no quieras gustar algo en nada; para
venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada; para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada; para venir a tenerlo todo, no quieras tener algo
en nada; y cuando vengas todo a tener, has de tenerlo sin nada querer, porque
si quieres tener algo en todo, no tienes puro en Dios tu tesoro…".
La
vida es un misterio. No la encontramos en esos libracos gordos de biología o de
botánica o de psicología. La vida, vida, se nos escapa de nuestros esquemas
mentales. La traición también se nos escapa, es una huida hacia la nada, que es
misterio trágico para la mente humana. Dios es, pues, amor, vida. Dios no es
traición. Está dicho todo: Dios no es traición. No te atormentes, mi buen
hermano, pensando cuantas veces robaste, mentiste, fuiste infiel. El pecado,
pecado, está en la traición, que es muerte de la amistad. "Ya no os
llamaré siervos... ahora os digo: amigos…" Puedes ser amigo. Eres amigo.
Solo
quisiera acabar con el perfil del otro personaje del texto, donde todos nos
encontramos y reconocemos con más o menos parecido: Pedro.
Pedro,
en medio de un aire denso, pesado y triste, manifestó su impotencia con un
rasgo de falsa valentía, gritando: "¡Daré mi vida por ti!". ¿Darás tu
vida por mí?, le pregunta Jesús. ¡Pobre Pedro, qué iluso! Pero Pedro negará,
sí, negará, quebrará la amistad, pero no la aniquilará. No hará traición al
Maestro. Llorará, sí, llorará. Pero no se ahorcará, como Judas lo hizo.
Quédate
ahora, mi buen hermano, en el patio de Caifás, contemplando a Pedro aturdido
por el eco, que sonaba fuerte en sus oídos: "daré mi vida por ti, daré mi
vida por ti". y hasta, en aquel momento e tensión trágica, cogió,
bravucón, una espada para defenderlo.
Escucha
tú también el eco de tanta promesa renovada: de tu bautismo, de tu matrimonio,
de tu profesión y contempla a Pedro en medio del patio, en la oscuridad de esa
noche fría, rota por las llamaradas y chisporroteos de la hoguera. Quizás sus
lágrimas las veas brillar al resplandor de las llamas, a medida que el gallo
canta.
A
lo mejor, acabas tu también llorando con él, porque en el fondo eres bueno, y
te encontrarás de seguro, como Pedro, con la mirada de Cristo, al cruzar el
patio. Es mirada llena de comprensión y de perdón, es mirada de amistad. Esa
mirada nos la ha dejado sacralizada en el Sacramento de la Reconciliación, que
no es moralina, ni lejía para limpiar las manchas mortales, sino encuentro con
el único Señor de la misericordia, que te comprende en tu intimidad más
profunda, herida y dolida, y por eso te perdona todo: lo grave y lo leve,
porque solo sabe de amores, no de traiciones. "No saben lo que se hacen,
no saben lo que se hacen", dirá y repetirá, colgado de la cruz.
Perdonad
que insista y acabe como había empezado: qué importante debe ser esto de Amor y
Traición en el marco de una cena de amigos, para que la Iglesia nos lo repita
dos días seguidos y en la semana grande de los cristianos: Amor y Traición.
-Traición y Amor y en el medio la negación de Pedro, diciendo: "daré mi
vida por ti, daré mi vida por ti". y un momento después: "no, no le
conozco, no le conozco".
Que
lo conozcas y reconozcas al partir el Pan, en la Eucaristía, porque Él es el
único que de verdad nos quiere, que de verdad te quiere como seas y como estés.
Él es tu amigo. Y tú no seas ya siervo de tus traiciones. Sé también AMIGO de
sus amores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario